Rumor grave // La Reforma, Semanario Liberal

Transcripción del artículo “Rumor Grave” de “La Reforma, Semanario Liberal”, del 26 de junio de 1900.

RUMOR GRAVE

OTRO ESCÁNDALO EN LOS MONTES DE CUENCA.

¡Pobre Ciudad! Inmensas riquezas forestales posees: eres dueña de una considerable extensión de terreno cubierta de corpulentos pinos, tienes una legión de hombres desperdigados por esos montes para que los guarden: te permites el lujo de pagar un Inspector y un Sub-inspector y… al paso que lleva la tala, muy pronto no tendrás un árbol de donde sacar palillos para que se limpien los dientes las comisiones que te representan en operaciones de campo: ni esos guardas tendrán nada que guardar, ni nada que inspeccionar esos otros funcionarios, y podrá exclamar cualquier conquense contemplando los montes pelados cubiertos tan solo de tocones, si es que no se los llevan, también.

Estos que ves ahora, Campos de soledad mustio collado que fueron en un tiempo inagotables fuentes de riqueza, que se secaron en manos de una mala administración conservadora, la cual no se cuidó más que de conservar en sus destinos a los que si no vale para custodiar pinos, aparentan servir o sirven para depositar votos en las urnas, con los que se elevan adoquines mudos que luego ponen en ridículo a la ciudad en recompensa y justo castigo de su necia mansedumbre

La impunidad en que han quedado los desmanes cometidos contra los montes de la Sierra de Cuenca, a pesar de las denuncias que se han hecho en la prensa, y no obstante los esfuerzos de algunos concejales de buena voluntad amantes de la población, han determinado a los aficionados a ese esport a dar mayor amplitud a sus empresas y no se contentan ya con una tala de trescientos o cuatrocientos pinos, eso es una miseria y ya que se ponen que sea para algo.

Así pues, nada tiene de particular lo que se dice ha sucedido y que es de lo que se comenta solo.

Circula el rumor de que en el monte de Cuenca Ensanche de las Majadas, han sido cortados clandestinamente unos ¡cuatro mil pies! para galgas de carros y otros usos y que allí están los tocones que han sido contados, denunciando este escándalo inaudito.

Se dice que si el Ayuntamiento no toma cartas en este asunto no faltará quien directamente denuncie la corta, y antes de que eso suceda, debe ahorrarse el Municipio tal bochorno. También se murmura que sin la marca del distrito forestal han cortado unos doscientos pinos maderables.

Según nuestras noticias se ha dado cuenta del hecho al Ayuntamiento por uno de sus guardas, expresando en el parte que son tantos los pinos cortados, ¡que no pueden contarse! A pesar de lo cual el Señor Alcalde, en lugar de poner su actividad y dependientes al servicio de Cuenca para esclarecer este oscuro y feo asunto, ha continuado impávido, lleno de unción evangélica, dedicando sus esfuerzos a eso del Apostolado, que nos parece bien pero que no es esa la principal de un Alcalde, máxime su existen otras cuestiones del orden preferente para toda autoridad.

Por nuestra cuenta, nada afirmamos; nos hemos limitado a dar la voz de alarma, llamando la atención del Sr. Alcalde porque el rumor nos parece harto grave y de los que no deben dejarse pasar con estoica indiferencia. Ahora, lo que el Ayuntamiento debía hacer, a nuestro juicio, era inquirir si eso es o no cierto; ordenar un reconocimiento escrupuloso por los alrededores de la región talada, reconocimiento que debía estar hecho, no por los guardas de la sierra, ya que de algunos se dice que son cortos de vista, sino por la Guardia Civil; y comprobado fuere el hecho referido, averiguar quién es el autor de él, y quienes fuesen los cómplices o encubridores, procediéndose también a buscar los pies sustraídos del monte, que no andarán muy lejos: aunque para encontrarlos hubiere que remover algunas cambras de madera, o que rebuscaren entre pinos maderables de procedencia legítima.

Y una vez que se pudiera dirigir la acción contra alguien, hacerlo sin  contemplaciones, enseñando a los encargados de guardar los montes, si no cumplen con su deber, que el Consejo no amparaba esas faltas, ni encubría a sus autores, demostrando de ese modo que no merece el apodo, a todas luces injusto, de Ayuntamiento de la Vista Gorda, conque por alguien, infundadamente, se le designa.

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