Los dueños del monte. La historia de la ganadería en Olmeda del Rey y Las Valeras

Los dueños del monte. La historia de la ganadería en Olmeda del Rey y Las Valeras

Los perdidos bosques de la provincia conquense no siempre mostraron ese aspecto. Antaño pastos pelados por el sobrepastoreo, hoy reflejan una realidad bien distinta. Pino tras pino, construyen agradables parajes vacíos de acción humana. Entre fugaces visitas de maderistas, cazadores o senderistas, el bosque reposa tranquilo.

A pesar de los esplendores de estos ecosistemas hoy en día, en comparación con lo que fueron, una dura realidad es que esto se da a expensas de un creciente proceso de despoblación rural y pérdida de obtención de los recursos del entorno. Sin embargo, observar fotos de estos pueblos hace apenas 70 años estremece: ni un árbol, ni un triste hierbajo. Sin embargo, pueblos llenos de vida. En fin, supongo que ni tanto, ni tan calvo. El justo medio siempre será la solución.

Detalle de la Dehesa Boyal de Olmeda del Rey en 1957 (izquierda) y 2018 (derecha). Se observa cómo, con apenas 60 años de diferencia, la densidad de vegetación actual supera con creces la del siglo pasado. Fuente: Instituto Geográfico Nacional.

Hemos pasado de un sobrepastoreo, que dañaba enormemente los ecosistemas naturales, a un infrapastoreo, que favorece al proceso de despoblamiento y, como detallaba Xavier Amat-Montesinos, simplifica el paisaje. ¿Para cuándo un pastoreo responsable?

Los ecosistemas ganaderos

El pastoreo, desde su origen, ha moldeado el paisaje. Con los desplazamientos del ganado se favorece el transporte de fertilidad, trasladando semillas entre diferentes lugares y asegurando la variabilidad genética y, con ello, la biodiversidad. Además, su paso ayuda a prevenir el riesgo de incendio desbrozando y aclarando el monte.

Con ello, llegamos a la estrella de los ecosistemas ganaderos mediterráneos: la dehesa. Derivada del bosque mediterráneo, la acción humana lo ha ido transformando para hacerlo idóneo para el criado de los ganados rumiantes. En ella, árboles autóctonos como los robles o encinas se turnan con grandes extensiones de pasto.

Por sus características y su uso, estos espacios eran, generalmente, de uso comunitario. Las propiedades comunales de los montes tienen su origen, en la mayoría de casos, en la conquista cristiana y posterior repoblación de las tierras musulmanas. Sin embargo, también fueron cruciales los procesos desamortizadores del siglo XIX, época en que se formaron muchas Sociedades de Vecinos para la adquisición colectiva de las tierras que estuvieran en propiedad del clero o el señor feudal. Esto contrasta enormemente con la idiosincrasia más popular derivada de la agricultura, donde en general los terrenos son de propiedad y uso privado e individual.

Monte de Utilidad Pública 142, conocido como “Dehesa Boyal”, en el término de Olmeda del Rey. Elaboración propia

La consolidación de las cabañas ganaderas

Es a finales de la Alta Edad Media cuando crece y se populariza la práctica del pastoreo y, también, de las trashumancia. Durante los siglos XII y XIII, destacando la importante figura del rey Alfonso X, se consolidarán las estructuras del Antiguo Régimen, con la creación del Consejo de la Mesta (1273) o el afianzamiento del impuesto más relevante, el diezmo.

Los diezmos tasaban un décimo de todo tipo de rentas, estando en vigor desde el siglo XIII hasta 1838, cuando fueron abolidos, con la desmantelación del Antiguo Régimen. Son estos impuestos (recogidos en los libros de tazmías), además de los datos recogidos en el Catastro de la Ensenada de mediados del siglo XVIII los que nos muestran luz sobre la historia ganadera de nuestro país.

Olmeda del Rey y Las Valeras en el siglo XVIII

Gracias a las fuentes detalladas, podemos comprender la realidad pastoril del siglo XVIII en el ámbito de estudio: los municipios actuales de Olmeda del Rey y Las Valeras. En este caso, la dezmería (base de recaudación parroquial) a la que correspondían era la de la Vereda de Arcas.

A pesar de no ser municipios de gran relevancia, pues la población en 1751 era de 166 vecinos en la Olmeda de las Valeras (denominación antigua de Olmeda del Rey), 217 vecinos en Valera de Arriba y 268 en Valera de Abajo, sí eran espacios de importancia ganadera, dada su localización en la Serranía Media, con grandes pastizales y pasos trashumantes que conectaban la Serranía Alta con el sur de España.

Además, su cercanía a Almodóvar del Pinar, centro carretero de la provincia, otorga una notable influencia en estos pueblos, con gran cantidad de arrieros y carreteros. En cuanto a las utilidades de carretería, destaca Olmeda de las Valeras con 28.200 reales de vellón, siendo el quinto municipio de la provincia. Se contabilizaban un total de 94 carretas en Olmeda de las Valeras, junto a las 8 de Valera de Arriba. En cuanto a las utilidades de los arrieros, destacan los tres municipios, siendo de especial importancia Valera de Arriba, con 30.800 reales de vellón, siendo el séptimo municipio de la provincia.

Cierto es que Valera de Abajo, por su localización geográfica menos abrupta, era un espacio con mayor arraigo de la agricultura y la labor industrial, siendo la ganadería y el transporte más remarcable en Valera de Arriba y Olmeda del Rey. Por ello, la superficie de cultivo del primero superaba el 70% del territorio, mientras que en los otros dos no alcanzaba ni el 25%.

En lo relativo a las superficies ganaderas, en Olmeda de las Valeras destaca la Dehesa Boalar, con una superficie de 8.000 unidades propias del Catastro de la Ensenada, las cuales referencian, en general, “medidas a puño”, es decir, la medida de tierra necesaria para la siembra de un almud de trigo. Por tanto, más que medidas de superficie indican medidas de producción. Esta dehesa produce pinos carrascos, robles, enebros, sabinas, romeros, espinos y pastos, sirviendo para el ganado de labor.

En Valera de Abajo, encontramos Manrroman, con 15.000 unidades de superficie y “Carnicería y boalar”, con 4.000. En Valera de Arriba, también encontramos dehesa boalar, con 4.000 unidades, el “Oyo de Santa Catalina”, con 800 y el Noguerol, con 1.330.

Es remarcable la cantidad de dehesas con el apellido boalar, arcaísmo de la palabra boyal, lo que hace referencia a los bueyes, es decir, al ganado vacuno. La gran cantidad de pastos destinados a ganado de labor en estos pueblos, en un contexto de clara predominancia del ganado ovino, tiene una explicación, apuntada anteriormente: la cercanía a Almodóvar del Pinar y, con ello, la proliferación de la carretería y la arriería en estas zonas.

Por ello, en Olmeda de las Valeras encontramos en 1744 un total de 144 cabezas de vacuno y 213 mulas, muy por encima de la media del resto de la provincia. Valera de Arriba, aunque menos evidente, también presenta esta características, con gran cantidad de asnos (44) y mulas (61). En lo relativo al ovino, encontramos 2234 en Valera de Abajo,1400 en Valera de Arriba y 3166 en Olmeda de Las Valeras, aumentándose estas cifras en las décadas siguientes. Cabe destacar que ninguno de estos ganados era trashumante, permaneciendo en estos municipios todo el año. Por ello, la mayoría de ganado ovino sería “churro”, ya que el merino se situaba generalmente en la Serranía Alta y era trashumante. Sin embargo, sí se conoce cómo en Olmeda de Las Valeras llegó a figurar algún ganado trashumante, cuyo destino era Andalucía y Alcaraz.

Arrieros herrando sus caballerizas. Obra denominada “The Blacksmith's Shop”, de Richard Ansdell, via Wikimedia Commons.

La predominancia de ganado estante fomentó el desarrollo de las tainas, construcciones de refugio del ganado y el pastor que abundan en estas zonas.

No obstante, es preciso remarcar cómo esta zona destaca por su ganado vacuno y mular, por la presencia de carreteros y arrieros. De hecho, en Olmeda de Las Valeras destaca la presencia de muchos burros, incluso en 1917, dada la importancia de los arrieros en la zona. Ello a pesar de que esta profesión estaba casi en desuso en aquella época, siendo utilizado como “burros hateros”, es decir, los que llevaban el hato del pastor o servían para recoger leña.

La importancia de la ganadería extensiva

Cuenca, como capital, ha conseguido destacar puntualmente a lo largo de su historia gracias a los frutos de su sierra: la madera más recientemente y, como no, la lana.

Durante siglos, el auge de la industria textil, con sus finos paños, ha dependido de la calidad del ganado ovino que poblaba nuestros montes: la oveja merina. Tras sus crisis a partir del siglo XVII, otros ganados tomaron el relevo, especialmente su prima la oveja churra (destinada a la carne), así como el ganado mular y vacuno, muy importante en Olmeda del Rey y Las Valeras. Hoy en día, de aquellos dueños de los prados, sólo queda un rebaño de 300 ovejas que deambula entre Valera de Arriba y de Abajo.

El paso y cuidado de estos animales daba vida a los pueblos de alrededor. No sólo empleaba al pastor, también generaba todo tipo de oficios relacionados (desde cardadores o curtidores para tratar los recursos de la oveja, o las necesarias tejeras o yeserías para construir las mencionadas tainas). Pero es que, además, favorecían un paisaje con mayor biodiversidad (siempre que no se llegara al sobrepastoreo), mejorando la salud del ecosistema, previniendo incendios que hoy nos asolan o proporcionando carnes de gran calidad.

Debemos tratar de proporcionar sentido a nuestra tierra. De encontrar el justo medio.

Único ganado extensivo actual de Las Valeras, en la Hoz de Valeria. Elaboración propia.

Deja una respuesta